domingo, 19 de septiembre de 2010

Labordeta

.

Esta vez te nos vas sin mochila... para ya no volver.
Se nos va el poeta… se nos acabó por siempre…
Político, filósofo, autor, buen hombre…

Ya no hablará por las bocas del pueblo,
no mostrará los caminos.
Ya no dirá lo que ellos no quieren oír
ni allá donde no quieren oírlo.

Ya no necesitas la mochila, amigo, descansa.
Ya nadie te perseguirá, te ninguneará.
Tú tendrás un trono allí donde otros un charco de inmundicia.
Tú ganaste un reino en nuestros corazones
que no se paga con influencia ni con dinero.

Vuela ahora, sin mochila;
sueño con que un día nos nacerán las alas
aunque no estés aquí para verlo.


...

Te dejo con su canto. Ya se despide él.
Que pena…





Adios a los que se quedan
y a los que se van también.
Adios a Huesca y provincia,
a Zaragoza y Teruel.

Esta es la albada del viento,
la albada del que se fue,
que quiso volver un día,
pero eso no pudo ser.

Las albadas de mi tierra
se entonan por la mañana,
para animar a las gentes
a comenzar la jornada.

Arriba los compañeros
que ya ha llegado la hora
de tener en nuestras manos
lo que nos quitan de fuera.

Esta albada que yo canto,
que es una albada guerrera,
que lucha porque regresen
los que dejaron su tierra;
que lucha porque regresen
los que dejaron su tierra.



2 comentarios:

manuel rubiales dijo...

Un preioso homenaje para un hombre con con un corazón sin precio

Anónimo dijo...

Querida Kayele, qué gusto dá leerte. Me encanta lo que dices y la verdad con la que escribes.
Te contaré que hoy, desde que leí la noticia de la muerte de Labordeta estoy triste. En el mes de mayo de 1975, en la Escuela de Arte Dramático de Madrid, representamos una obra que se llamaba"¡Hasta cuándo¡" terminabamos cantando todos ls actores El canto a la Libertad. Todo era ilegal, por supuesto. Cuando en la madrugada la policía vino a detenerme a mi casa -me consideraban el instigador de aquello- y me llevaron a la DGS, yo, solo en mi celda, mientras esperaba que me pegaran las hostias de rigor, me cantaba a mi mismo esa canción. Me sirvió para aguantar los cinco días de aislamiento.
Seremos, sin Labordeta, un poco más huérfanos de libertad.
Gracias por tus escritos Kayele.
Santiago Herranz