domingo, 7 de marzo de 2010

Los ojos cerrados...

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El otro día, cuando iba a subir al autobús, vi que también lo estaba esperando una muchacha invidente. Tenía veintipocos años; parecía ver nada o poquísimo; tuve la sensación de que no llevaba mucho tiempo ciega, por su torpeza con el bastón. Tras subir se sentó y, poco después de que arrancara el conductor, ella cerró los ojos. A lo largo del viaje fui preguntándome cómo podría ella apañarse para saber cuándo bajar del autobús, dado que no veía y tampoco preguntaba a nadie por su posición. También me iba intrigando el hecho de que muy a menudo volviera a cerrar los ojos.
Quizá ella estuviera tratando de reconstruir con los cambios de desnivel del trayecto, el camino que había realizado otras veces; que quizá así ella se orientara y supiera cuándo había llegado su parada.


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¿Cuándo cerramos los ojos estando despiertos?
Parece que cuando buscamos algo en el interior, para percibir con más nitidez otros sentidos, para indagar memorias ocultas.
Por ejemplo, cuando algo nos huele bien… cerramos los ojos al tiempo que aspiramos, así disfrutamos ese aroma en toda su integridad y complejidad; también cuándo realizamos actividades “espirituales”: al cantar, al rezar y al meditar… al besar.
Parece que cerramos los ojos cuando necesitamos escuchar qué pasa dentro, conectar directamente con, y disfrutar al máximo de, emociones y sensaciones íntimas.

Me pregunto también si entonces abrir demasiado los ojos no produce una ruptura con nosotr@s mism@s.


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En este sueño ella estaba sola sentada en una mesa amplia, en medio de un buen salón, luminoso, con grandes ventanales; el día brillaba y estaba radiante. Masticaba una porción de pizza.

Él apareció como de la nada. Llevaba a hombros una mochila. Se acercó a la mesa y, sin mediar palabra, la besó en los labios; con los ojos cerrados.
Ella tenía la boca llena de pizza y estaba sorprendida; no supo qué decir. Cuando tragó la pizza quiso besarle, pero entonces sonó el despertador…

Nunca había soñado con él.
Luego comprendió que había sido una despedida. Sólo eso.




Música: Farewell To Sweetheart (Iva Bittova & Skampovo Kvarteto - Moravian Folk Poetry In Songs, 2004)



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3 comentarios:

Alicia R. Berlandino dijo...

Es sentido de la vista es el que más ahoga y hace más pequeños al resto de los sentidos.
A su vez, es el sentido que más miedo me daría perder.

alamarcontigo dijo...

John Huston, cuando hacía el casting a los actores y después lo visionaba les quitaba el audio para que la voz no le desviara su atención, así veía si su actuación corporal merecía la pena.Yo en una ocasión, probé a estar con los ojos tapados durante cinco horas, verdaderamente estuve muy torpe, pero no era eso lo que quería conseguir, pretendía saber que poción de los otros sentidos me perdía, por el solo echo de fiarme de la vista. El resultado fue impresionante, de tal modo que lo repito con cierta frecuencia. Un saludo.

Kayele dijo...

Habrá que probar entonces eso de taparse los ojos
:)