lunes, 25 de mayo de 2009

Palabras

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Es intrigante cómo el sentido de una misma oración puede cambiar su significado según la entonación, la intención... según si es escuchada, pronunciada, leída...
Supongo que ya te lo habrías planteado.

Se puede dar otra vuelta de tuerca.

Cuánto puede cambiar el significado de un mensaje según lo digas con unas u otras palabras, cuando en esencia estás diciéndo lo mismo.
Por ejemplo, ¿es lo mismo decir "tengo un apetito voraz" (fino) que "tengo una gula que muero" (exagerado) que "tengo un hambre que da calambre" (lírico) que "si no jalo ya me da un amarillo" (macarra) o "estoy famélica, me da un vahído" (poético)?

Cuánto metalenguaje no habrá detrás del uso de una palabra u otra, de una expresión u otra, independientemente del tono. Nuestras palabras hablan de a quién nos dirijimos, dónde estamos o de nuestro propio contexto. Hablan de nosotr@s como puede hacerlo la estética, los gestos o el movimiento.

No utilices las palabras en vano, cuídalas... las palabras que eliges dicen mucho de tí mism@.

Supongo que la comunicación, como la vida, es más compleja de lo que parece.


Te dejo con un corto de la checa Michaela Pavlátová, titulado "Reci, reci, reci" (Palabras, palabras, palabras; 1991), lleno de simbolismo.




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miércoles, 20 de mayo de 2009

Poemas profanos

A veces un poema se extravía del camino de su autor y acaba siendo asignado a la pluma de otro al capricho de... me gustaría saber de quién.

Así ocurre con "Instantes", atribuido a Jorge Luis Borges, que parece realmente fue escrito por un tal Don Herold o una tal Nadine Stein (a los que, por otro lado, no conozco de nada).

También se incluye como poema profano "La Marioneta", atribuido a Gabriel García Márquez y escrito... vaya usted a saber por quien; hay quién dice que es obra de un ventrílocuo mexicano, Johnny Welch.

Ambos dos, sin embargo, merecen ser leídos y pensados, sea quien sea quien los escribió.
Te dejo con ellos.


"Instantes"

Si pudiera vivir nuevamente mi vida,
en la próxima trataría de cometer más errores.
No intentaría ser tan perfecto, me relajaría más.
Sería más tonto de lo que he sido,
de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad.
Sería menos higiénico.
Correría más riesgos,
haría más viajes,
contemplaría más atardeceres,
subiría más montañas, nadaría más ríos.
Iría a más lugares adonde nunca he ido,
comería más helados y menos habas,
tendría más problemas reales y menos imaginarios.

Yo fui una de esas personas que vivió sensata
y prolíficamente cada minuto de su vida;
claro que tuve momentos de alegría.
Pero si pudiera volver atrás trataría
de tener solamente buenos momentos.

Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,
sólo de momentos; no te pierdas el ahora.

Yo era uno de esos que nunca
iban a ninguna parte sin un termómetro,
una bolsa de agua caliente,
un paraguas y un paracaídas;
si pudiera volver a vivir, viajaría más liviano.

Si pudiera volver a vivir
comenzaría a andar descalzo a principios
de la primavera
y seguiría descalzo hasta concluir el otoño.
Daría más vueltas en calesita,
contemplaría más amaneceres,
y jugaría con más niños,
si tuviera otra vez vida por delante.

Pero ya ven, tengo 85 años...
y sé que me estoy muriendo.



"La Marioneta"

Si por un instante Dios se olvidara
de que soy una marioneta de trapo
y me regalara un trozo de vida,
posiblemente no diría todo lo que pienso,
pero en definitiva pensaría todo lo que digo.

Daría valor a las cosas, no por lo que valen,
sino por lo que significan.
Dormiría poco, soñaría más,
entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos,
perdemos sesenta segundos de luz.

Andaría cuando los demás se detienen,
Despertaría cuando los demás duermen.
Escucharía cuando los demás hablan,
y cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate.

Si Dios me obsequiara un trozo de vida,
Vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol,
dejando descubierto, no solamente mi cuerpo sino mi alma.
Dios mío, si yo tuviera un corazón,
escribiría mi odio sobre hielo,
y esperaría a que saliera el sol.

Pintaría con un sueño de Van Gogh
sobre las estrellas un poema de Benedetti,
y una canción de Serrat sería la serenata
que les ofrecería a la luna.

Regaría con lágrimas las rosas,
para sentir el dolor de sus espinas,
y el encarnado beso de sus pétalo...
Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida...

No dejaría pasar un solo día
sin decirle a la gente que quiero, que la quiero.
Convencería a cada mujer u hombre de que son mis favoritos
y viviría enamorado del amor.

A los hombres les probaría cuán equivocados están,
al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen,
sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.
A un niño le daría alas,
pero le dejaría que él solo aprendiese a volar.

A los viejos les enseñaría que la muerte
no llega con la vejez sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres
He aprendido que todo el mundo quiere vivir
en la cima de la montaña,
Sin saber que la verdadera felicidad está
en la forma de subir la escarpada.

He aprendido que cuando un recién nacido
aprieta con su pequeño puño,
por vez primera, el dedo de su padre,
lo tiene atrapado por siempre.

He aprendido que un hombre
sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo,
cuando ha de ayudarle a levantarse.
Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes,
pero realmente de mucho no habrán de servir,
porque cuando me guarden dentro de esa maleta,
infelizmente me estaré muriendo.
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domingo, 17 de mayo de 2009

El Ojo de la Mañana

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(I)

Tú que me hablas,
moreno de mirada abierta;
que en tu apostura
niegas y clausuras el infierno,
que incendias y extingues
la luz del crepúsculo
en cada parpadeo...

Moreno...
eres El Ojo de la Mañana.

Traes un candor límpido y cálido
a través de la cerveza;
y sobre la espuma,
cimbreante,
un danzar de humo denso y plácido.

Como dos arroyos tímidos
de luz argéntea,
dos glaucos saltos de agua,
dos albores de bosque infinito,
dos riberas
y una playa para mis sueños;
arena de malta amarga,
lúpulo en tu piel,
en tu carne,
en tus huesos...

A bañarme desnuda,
agua cristal de montaña,
arena tibia de cerveza,
baño de luz de luna,
playa para arribar siempre.


***

(II)

Dejé marchar en la resaca de una ola,
una mirada esquiva y almizclera.
observé como partía un buque esclavo
hacia el confín de la distancia.

Su postrero resplandor
me dejó un nombre
escrito en las sienes;
desde puerto;
sin despedida.

Sobre la lengua...
un resquemor doliente,
lúpulo y malta
gimiendo en mi corazón;
toda la sangre oreada
de almendras amargas.
Y los labios pétreos,
el ceño fruncido,
el peso de los siglos
colgando de las pestañas.

La impotencia de un llanto resabiado;
el salitre pegado a la piel.

Toda la arena de tu cuerpo y de mi cuerpo
perdida en la curva del mar...
El silencio dentro del silencio.


***

(III)

Tan pronto como lo inventé
empezó pereciendo,
con esa cadencia del tiempo
que pasa sin advertirse;
con un glauco fiero
que no supe comprender antes.

Así me va.
Siempre se escapa mi momento,
o mi momento no existe.

Qué pena.
Otro diamante estalla en pedazos
contra el centro de la tierra,
otra perla se hunde
en los abismos del océano.



Kayele
(Sin Noticias de la Carne)



Música: Kimiad (Alan Stivell - Chemins de Terre, 1973)


(Cualquier asociación entre los contenidos de los poemas y la música son meramente fortuitos.
Kimiad, un apasionado tema de
Alan Stivell, el mejor arpista bretón de todos los tiempos y la voz masculina más dulce y encantadora de la música folk).
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miércoles, 13 de mayo de 2009

Hasta siempre, Antonio

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Antonio Vega...

la voz de la fragilidad... que parecía iba a quebrarse en cualquier instante.
La voz sencilla y el mensaje profundo que me hizo soñar tantas veces...
La voz del sentimiento roto, de la desesperación, de la tristeza.

Gracias, mil gracias.
Cuanta gloria y cuanta pena te llevas de equipaje.
Que sola queda tu guitarra...

Te llevo sembrado en el alma, semilla inquieta.

Adios, poeta gris, espíritu errante.
Buen viaje.





Música: A trabajos forzados (Antonio Vega - Básico, 2002)


A trabajos forzados me condena
mi corazón, del que te di la llave.
No quiero yo tormento que se acabe,
y de acero reclamo mi cadena.

No concibe mi alma mayor pena
que libertad sin beso que la trabe
ni castigo concibe menos grave
que una celda de amor contigo llena.

No creo en más infierno que tu ausencia.
Paraíso sin ti yo lo rechazo.
Que ningún juez declare mi inocencia.

porque en este proceso a largo plazo
buscaré solamente la sentencia
a cadena perpetua de tu abrazo,
a cadena perpetua, perpetua de tu abrazo.

No creo en más infierno que tu ausencia.
Paraíso sin ti yo lo rechazo.
Que ningún juez declare mi inocencia.


Música: Seda y Hierro (Antonio Vega - De un lugar perdido, 2001)




Sigo en silencio su respiración
acompasando los latidos de dos corazones,
nunca le ha faltado a nuestro
amor para estar vivo razones.

El mismo sueño nos llevo a los dos
en esa hora en que las noches y los días
se prestan uno a otro
oscuridad y luz, verdad y mentiras.

Donde las haya, tenaz, mujer de cartas bocarriba
siempre dispuesta a entregar, antes que sus armas, su vida.

Mujer hecha de algodón, de seda, de hierro puro,
quisiera que mi mano fuera la mano que talló
tu pecho blando en material tan duro.

Sigo en silencio su respiración
acompasando los latidos de dos corazones,
nunca le ha faltado a nuestro
amor para estar vivo razones.

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martes, 12 de mayo de 2009

Historia de las cosas


Es un vídeo un poco largo, pero merece la pena verlo... quiénes somos, cómo funcionamos y cuál es el resultado de nuestro paso por el planeta...




viernes, 8 de mayo de 2009

Whitman

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Walt Whitman… yanqui, barbudo, autodidacta, libre, entrañable, erudito, iluminado, trascendente… quizá adelantado a su tiempo… y al nuestro.

Hojas de Hierba para esta primavera que pasea por mis manos y se deja besar.



Fotografía: George C. Cox (NY, 1887)



¡Oh, mi yo! ¡oh, vida!

¡Oh, mi yo! ¡oh, vida!, de sus preguntas que vuelven,
del desfile interminable de los desleales, de las
ciudades llenas de necios,
de mí mismo, que me reprocho siempre (pues,
¿quién es más necio que yo, ni más desleal?)
de los ojos que en vano ansían la luz, de los objetos
despreciables, de la lucha siempre renovada,
de los malos resultados de todo, de las multitudes
afanosas y sórdidas que me rodean,
de los años vacíos e inútiles de los demás, yo
entrelazado con los demás,
la pregunta, ¡oh, mi yo!, la pregunta triste que
vuelve - ¿qué de bueno hay en medio de estas
cosas, ¡oh, mi yo, oh, vida?


(Respuesta)

Que estás aquí – que existen la vida y la identidad,
que prosigue el poderoso drama, y que puedes
contribuir con un verso.



Canto de mí mismo, 17

Estos son en verdad los pensamientos de los hombres
de todas las épocas y de todos los países: no son
mis pensamientos originales,
y si no fuesen igualmente tus pensamientos, no
valdrían nada, o casi nada,
si no son el enigma y la solución del enigma, no
valen nada,
si no son cercanos y remotos al mismo tiempo, no
valen nada,
esta es la hierba que brota dondequiera quiera que hay
tierra y dondequiera que hay agua,
es el aire común que baña al globo.





Canto de mí mismo, 21

Soy el poeta del Cuerpo y soy el poeta del Alma,
y digo que tan admirable es ser mujer como ser
hombre,
los placeres del cielo están conmigo y los dolores del
infierno están conmigo,
injerto y multiplico los placeres en mi ser, traduzco
los dolores a una lengua nueva.

Soy el poeta de la mujer y soy el poeta del hombre,
y digo que tan admirable es ser mujer como ser hombre,
y digo que nada hay más admirable que la madre de los hombres.

Yo entono el canto de la expansión y del orgullo,
ha habido zalamerías y ruegos bastantes,
yo muestro que el tamaño no es más que crecimiento.

¿Has superado a los demás? ¿Eres tú el presidente?
eso no tiene importancia: todos llegarán y aún irán más lejos.

Yo soy aquel que camina con la noche tierna y fecunda,
invoco a la tierra y al mar que la noche abraza.

¡Estréchame contra tu pecho desnudo – estréchame,
noche magnética y nutricia!
¡soplan en ti los vientos del sur – brillan en ti
algunas estrellas inmensas!
¡noche tranquila, me llamas – noche estival ebria y
desnuda!
¡sonríe, tierra voluptuosa de fresco aliento!,
¡tierra de los árboles dormidos!,
¡tierra huérfana del ocaso – tierra de las montañas
coronadas de niebla!,
¡tierra del fluir vítreo de la luna llena que acaba de
teñirse de azul!,
¡tierra de la luz y de la sombra que manchan las
aguas del río!,
¡tierra del gris límpido de las nubes que se
abrillantan y se aclaran para que yo las vea!,
¡tierra arrebatadora – tierra opulenta de azahares!,
sonríe, que tu amante viene.
pródiga, me has dado amor - ¡te doy pues mi amor!
¡oh mi amor apasionado, inefable!


Walt Whitman
Hojas de Hierba, 1855

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